Revolución Francesa y el Aborto

Aborto o Infanticidio, Perspectiva jurídica (9 de 10)

La Revolución Francesa fue influenciada por los pensadores de la Ilustración. Se retomaba el pensamiento de Crecía y se promovía la emancipación de todo aquello que fuera religioso y que no pudiera comprobarse por medio de la razón.

Maximilien Robespierre fue uno de sus principales mentores.  En uno de sus mejores momentos, cuando llegó a gobernar a Francia, hizo una majestuosa ceremonia en donde se entronaba a la diosa de la razón. Era enemigo de la religión y escribió la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.

La siguiente reseña resulta interesante ya que muestra la inconsistencia y fluctuación del hombre:

“Entre 1793 y 1794, el Comité de Salvación Pública lideró el denominado «Reino del Terror», durante el cual gobernó Francia de forma autocrática, sumiendo al país en un período de persecuciones políticas, incertidumbre generalizada y continuas ejecuciones por traición, sedición, conspiración, entre muchos otros crímenes. Este periodo presentó a un Robespierre firme, autoritario y decidido a purificar a Francia de cualquier opositor a la Revolución, llegando a justificar en su defensa el uso de la pena de muerte a la que tanto se había opuesto en el pasado”.

Maximilien Robespierre, murió a guillotinado y su único consuelo fue el saber que había dejado como herencia los derechos del hombre y del ciudadano.

Contrario a lo que mucho podrían pensar en los días de la Revolución Francesa la vida era valorada desde la concepción, pero no desde el punto de vista religioso, sino del Estado. La siguiente reseña histórica ilustra muy bien la tendencia patriótica de ese momento de gran influencia para la humanidad hasta el día de hoy:

“Respecto a la Revolución Francesa, y con el comienzo de los nacionalismos, los Estados necesitaban del aumento de los ciudadanos, ya que estos eran considerados como trabajadores y soldados. Los ejércitos empezaron a ser regulares y no de mercenarios como era hasta entonces. Los nacimientos eran un acto relevante desde lo social y lo político”.

La idea era la siguiente:

 “Un Estado es tanto más poderoso cuanto más poblado se encuentre y cuanto más numerosos sean los brazos empleados en el trabajo y en la defensa” (Diderot). 

Otro pensador del movimiento de la ilustración dijo:

“Nacimiento y no nacimiento son cuestiones públicas”(Meter Frank).

A partir de este momento histórico, las mujeres parían “hijos para la patria”. La maternidad era un acto patriótico. Y esto recrudeció el sentimiento de sacrificio en la mujer, no importaba tener trece o quince hijos lo importante era servir a la patria”.

En la siguiente reseña se destacan aspectos relevantes con relación a iconos o emblemas de esta Revolución:

 “En la Revolución Francesa, la figura de “Marianne” que podemos contemplar en el cuadro de Delacroix  con sus pechos al aire, fue la figura de la Revolución. Pechos desnudos para nutrir a todos. La madre se convirtió en símbolo de la Patria. Y el pecho estaba al servicio del interés nacional. Pero no hay que olvidar que junto a la “madre”, está el “padre”. Y en este caso, junto a la madre patria está el padre Estado. “La mujer embarazada ya no es más la simple mujer del ciudadano, sino que en cierto modo es la propiedad del Estado”. En definitiva, el embarazo y el parto ya eran una cuestión de la ciencia y de la política. Evidentemente, en medio de todo ello, la reprobación y represión del aborto, fue drástica”.

Esta visión de la vida y de la procreación durante la Revolución Francesa nos muestra como el interés humano determina hasta sus leyes. Su interés no fue religioso, sino patriótico y por tal razón conllevaba agnación y sacrificio. Hoy los mismos seguidores de los conceptos emancipadores de la Revolución Francesa han cambiado de interés. El interés es egoísta y de rebeldía contra la tradición natural de la preservación de la vida. Muchos intelectuales se han envanecido en sus razonamientos y han naufragado en el océano de los conceptos y de su propia opinión disfrazada de verdad científica.

Cuando el ser humano entrona a la diosa de la razón está dispuesto a morir por ella.

La consigna a favor del aborto o infanticidio es de interés egoísta y de altivez intelectual. Es por esto que bien se puede decir que el orgullo del hombre tiende a ser más importante que hasta su propia vida.

En conclusión, humillar con nuestras argumentaciones a los letrados abortistas puede conducirnos a ganar el argumento y perder el caso, que es la vida misma. Cuando humillas su ego, desplomando todos sus ridículos e inconsistentes argumentos, se resienten más y con furia lo toman personal y ya no importa si es verdad o mentira lo que importa es que los humillaste y prefieren morir que vivir bajo el tormento de una derrota intelectual. Finalmente, el triunfo de las causales significaría una derrota vergonzosa para ellos mismos y una triste victoria de muerte. La historia lo demuestra, los seres humanos no se autodestruyen; como comunidad o sociedad la cordura tarde o temprano retorna al ser humano a razón de su supervivencia.

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